20 julio 2010

TEDEUM DEL 9 DE JULIO EN CATEDRAL SANTA FLORENTINA, CAMPANA

Muchos signos nos hacen pensar que está por nacer un país nuevo, una ciudad nueva, aunque todavía no acaba de tomar forma. En los últimos años gracias al diálogo, hemos vivido aprendizajes cívicos importantes. La experiencia histórica nos ha demostrado que por el camino de la controversia se profundizan los conflictos, perjudicando especialmente a los más pobres y excluidos. Reconocemos la importancia estratégica de la educación, de la producción y del desarrollo local, de la urgencia de generar trabajo y de necesidad de recobrar la auténtica cultura de la laboriosidad.

En el marco del Bicentenario 2010-2016 de la patria, y del 125 aniversario de nuestra ciudad, anhelamos poder celebrar este tiempo con justicia e inclusión social, que depende de cada uno de nosotros. Pero sólo habrá logros estables por el camino del diálogo y del consenso a favor del bien común. Estamos agradecidos por nuestro país, por nuestra ciudad; y por las personas que las forjaron, y recordamos la presencia de la Iglesia en aquellos momentos fundacionales. Desde los inicios de nuestra identidad nacional y local, los valores cristianos impregnaron la vida pública, uniéndose a la sabiduría de los pueblos originarios y enriqueciéndose con las sucesivas inmigraciones. Es necesario respetar y honrar esos orígenes, no para quedarnos anclados en el pasado, sino para valorar el presente y construir el futuro.

Ya en el marco del Bicentenario y de los 125 años de Campana, recordamos que nuestra patria, nuestra ciudad son un don de Dios confiado a nuestra libertad que debemos cuidar y perfeccionar. El diálogo es esencial en la vida de toda familia y de cualquier construcción comunitaria. El que acepta este camino amplía sus perspectivas. Gracias a la opinión constructiva del otro, descubre nuevos aspectos y dimensiones de la realidad. En un cambio de época, caracterizado por la carencia de nuevos estilos de liderazgo, es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común, donde, el testimonio personal como expresión de coherencia y ejemplaridad hace al crecimiento de una comunidad. En el actual cambio de época, emerge una nueva cuestión social que abarca a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido de la vida, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social.

La educación constituye un bien público prioritario muy deteriorado que debe revertirse con inteligencia y celeridad. Es particularmente preocupante la situación de los adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan, a los que la pobreza les dificulta el desarrollo integral de sus capacidades, quedando a la merced de propuestas fáciles y escapistas, como el creciente consumo de drogas que hace estragos cada vez más a temprana edad.


Ante las situaciones señalas, proponemos en el marco del Bicentenario 2010-2016 y de los 125 años de nuestra ciudad para la construcción del bien común:

*Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas.

*Avanzar en la reconciliación entre los sectores y en la capacidad de diálogo.

*Alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables. El habitante hace uso de la Nación, de la ciudad; busca beneficios y sólo exige derechos. El ciudadano construye la Nación, la ciudad, porque además de exigir sus derechos, cumple sus deberes.

*Afianzar la educación el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes. Una tenaz educación en valores y una formación para el trabajo.

Con espíritu constructivo, desde la fe en Jesucristo, pedimos que los argentinos, todos juntos, podamos hacer de esta bendita tierra una gran Nación y una gran ciudad. Le pedimos a María Santísima, nuestra Madre de Luján que escuche ésta nuestra suplica y la ofrezca a Aquel que es “el Camino, la Verdad y la Vida.”

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