Festividades de Nuestra Señora del Carmen en Zárate-Campana 2011 |
Luego de una fructífera novena –en la que se trataron diversos temas, se realizaron actos de piedad y actos solidarios, algunos con relación a Caritas y a la campaña por no violencia- y cuando los pronósticos del día anterior hacía presagiar temporal y lluvias, el 16 de julio amaneció con un soleado día de invierno en la ciudad de Zárate, donde la procesión en honor de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Carmen, Patrona de la ciudad, se inició a las 15 en la intersección de las calles Mitre y Justa Lima, con la dos veces centenaria imagen patronal, la presencia del Obispo, Mons. Oscar Sarlinga, los sacerdotes de la parroquia del Carmen, de la Curia y de otras parroquias, y numerosos fieles, muchos de los cuales acudían a la puerta de sus casas al paso de la procesión. La animación de dicho evento estuvo a cargo del Pbro. Eduardo Mussato y de los seminaristas presentes. Al llegar al templo o iglesia matriz de Zárate, comenzó la eucaristía, presidida por el Obispo y concelebrada por Mons. Ariel Pérez, Mons. Santiago Herrera, Mons. Osvaldo Montferrand, Mons. Daniel Ferrari, y los Pbros. Oscar Iglesias, decano de Pilar, Eduardo Mussato y Adrián Lázaro. Asistieron el diácono Ramón Álvarez y numerosos seminaristas diocesanos.
El Obispo Mons. Sarlinga mencionó en la homilía la historia del Monte Carmelo, en Tierra Santa, la misión del profeta Elías, de cuyo nombre comentó el significado (del hebreo אֵלִיָּהו ēliyahū, «Mi Dios es Ya, esto es, Yahweh», profeta de Israel del IX siglo antes de Cristo, cuyo ministerio tuvo lugar en Israel luego de la muerte del rey Salomón, habiendo sido “heraldo de Dios”, el profeta de la justicia, de la misericordia, de la unción, de la equidad, de la caridad ardiente, y que hizo frente a Baal y sus sacerdotes, animados por la reina Jezabel (esposa de Ajab, quien reinó del 874 al 852 antes de Cristo). Él es, según la fe del Israel de Dios, el anunciador del Mesías al fin del mundo, y –acotó Mons. Sarlinga- nos enseña a conjugar justicia y misericordia (siendo que esta trasciende a la primera) y espíritu con realizaciones de justicia y paz en esta tierra, hacia la patria del Cielo, con esperanza, con ese realismo de la esperanza, dijo, que en nuestros tiempos encontramos en la constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II. Mons. Sarlinga siguió relacionado al profeta Elías con el Monte Carmelo, citando1 R 18,16-19, cuando el profeta envió a congregar a todo Israel allí, con los profetas de Baal, y allí llamó al “fuego de Yahweh” sobre el holocausto que preparó para la gloria de Dios. Dijo que esto manifestó su espíritu profético en ese “cambio epocal” que se vivía en ese momento en que Israel corría el riesgo de perder su fe monoteísta, y que por ello Dios se manifestó a Elías en el mismo lugar donde Moisés sólo lo vio “de espaldas” (Cf 1 R 19,9-14 ; cf. Ex 33,21-23) y asimismo por eso la Escritura alaba al profeta como aquél que aplacó la cólera, que atrajo el corazón de los padres hacia los hijos, que restableció las tribus, enseñándoles el amor (Cf Sir 48,1-11) con esa potencia y esa caridad que tuvo, como la que manifestó para con la viuda de Sarepta (Cf Lc 1,17; Ibid 4,25s.)
Dijo después el Obispo que la relación con el Carmelo muy bien puede considerarse desde “el manto” que dejó Elías al profeta Eliseo, su sucesor, expresión de su poder profético, de su caridad, y que con ese mismo espíritu quisieron abrazar dicho manto los monjes, ya en el siglo XII, en el mismo Monte Carmelo, cuando San Simón Stock tuvo la entrega del escapulario, que significa algo así como la protección de la Santísima Virgen sobre los fieles, con ese espíritu con el que Dios dotó al profeta, el cual establece un nexo muy estrecho entre la fe, el sentido existencial y el testimonio de la vida cristiana, que incluye la solidaridad como virtud.
Mencionó también el Obispo que luego del siglo XII hubo momentos muy duros en Europa, y también un cambio epocal, con la guerra de los 100 años, la peste, pero también hubo signos manifiestos de santidad, y la instrucción en las escuelas catedralicias, el crecimiento de los gremios artesanales, el incremento de la solidaridad, razón por la cual, en nuestro mundo de hoy, en nuestra Latinoamérica y en nuestras comunidades, donde todavía se vive la piedad popular, sean cuales fueren los tiempos, y sean cuales fueren las crisis actuales de nuestra humanidad, tenemos sobre todo que tener esperanza realista o realismo de la esperanza, esto es, el efecto de la esperanza como virtud teologal que afina nuestro discernimiento, que anima toda nuestra vida, alejando de nosotros todo cinismo, pero sin darnos el lujo de ser ingenuos, y menos todavía, desprevenidos. Dios siempre nos da su gracia –dijo- siempre nos ama, nos fortalece, jamás hará faltar a su Iglesia el consuelo y la gracia que necesita.
La esperanza, la esperanza que no defrauda, ha de mantenerse en nosotros, continuó el Obispo, porque le da renovado sentido a nuestra participación en la Cruz del Señor, en su resurrección, y es como un fuego votivo interior, que nos impulsa a ser testigos vivientes del Amor de los Amores.
Se tuvo a continuación la bendición de los Escapularios, que impusieron a numerosos fieles los sacerdotes presentes, con la bendición del Obispo.
Al término de la misa la concurrencia disfrutó de un concierto del coro de la UTN (Universidad tecnológica nacional, de Zárate-Campana) el cual comenzó con un cántico mariano. Terminado el concierto, la comunidad presente, los sacerdotes y el Obispo concurrieron a un ágape fraterno en los salones pastorales de la iglesia del Carmen.
Por su parte, también la parroquia de Nuestra Señora del Carmen (confiada a los Padres Rogacionistas del Sagrado Corazón) en la ciudad de Campana tuvo sus fiestas patronales, presididas por el R.P. Giovanni Guarino, cura párroco y concelebrada por Mons. Edgardo Galuppo y el Pbro. Nestor Villa. Se repuso la procesión previa a la misa, que fue ocasión de conocer a algunas nuevas familias del barrio, y se concluyó en la iglesia para la eucaristía.
El Obispo Mons. Sarlinga mencionó en la homilía la historia del Monte Carmelo, en Tierra Santa, la misión del profeta Elías, de cuyo nombre comentó el significado (del hebreo אֵלִיָּהו ēliyahū, «Mi Dios es Ya, esto es, Yahweh», profeta de Israel del IX siglo antes de Cristo, cuyo ministerio tuvo lugar en Israel luego de la muerte del rey Salomón, habiendo sido “heraldo de Dios”, el profeta de la justicia, de la misericordia, de la unción, de la equidad, de la caridad ardiente, y que hizo frente a Baal y sus sacerdotes, animados por la reina Jezabel (esposa de Ajab, quien reinó del 874 al 852 antes de Cristo). Él es, según la fe del Israel de Dios, el anunciador del Mesías al fin del mundo, y –acotó Mons. Sarlinga- nos enseña a conjugar justicia y misericordia (siendo que esta trasciende a la primera) y espíritu con realizaciones de justicia y paz en esta tierra, hacia la patria del Cielo, con esperanza, con ese realismo de la esperanza, dijo, que en nuestros tiempos encontramos en la constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II. Mons. Sarlinga siguió relacionado al profeta Elías con el Monte Carmelo, citando1 R 18,16-19, cuando el profeta envió a congregar a todo Israel allí, con los profetas de Baal, y allí llamó al “fuego de Yahweh” sobre el holocausto que preparó para la gloria de Dios. Dijo que esto manifestó su espíritu profético en ese “cambio epocal” que se vivía en ese momento en que Israel corría el riesgo de perder su fe monoteísta, y que por ello Dios se manifestó a Elías en el mismo lugar donde Moisés sólo lo vio “de espaldas” (Cf 1 R 19,9-14 ; cf. Ex 33,21-23) y asimismo por eso la Escritura alaba al profeta como aquél que aplacó la cólera, que atrajo el corazón de los padres hacia los hijos, que restableció las tribus, enseñándoles el amor (Cf Sir 48,1-11) con esa potencia y esa caridad que tuvo, como la que manifestó para con la viuda de Sarepta (Cf Lc 1,17; Ibid 4,25s.)
Dijo después el Obispo que la relación con el Carmelo muy bien puede considerarse desde “el manto” que dejó Elías al profeta Eliseo, su sucesor, expresión de su poder profético, de su caridad, y que con ese mismo espíritu quisieron abrazar dicho manto los monjes, ya en el siglo XII, en el mismo Monte Carmelo, cuando San Simón Stock tuvo la entrega del escapulario, que significa algo así como la protección de la Santísima Virgen sobre los fieles, con ese espíritu con el que Dios dotó al profeta, el cual establece un nexo muy estrecho entre la fe, el sentido existencial y el testimonio de la vida cristiana, que incluye la solidaridad como virtud.
Mencionó también el Obispo que luego del siglo XII hubo momentos muy duros en Europa, y también un cambio epocal, con la guerra de los 100 años, la peste, pero también hubo signos manifiestos de santidad, y la instrucción en las escuelas catedralicias, el crecimiento de los gremios artesanales, el incremento de la solidaridad, razón por la cual, en nuestro mundo de hoy, en nuestra Latinoamérica y en nuestras comunidades, donde todavía se vive la piedad popular, sean cuales fueren los tiempos, y sean cuales fueren las crisis actuales de nuestra humanidad, tenemos sobre todo que tener esperanza realista o realismo de la esperanza, esto es, el efecto de la esperanza como virtud teologal que afina nuestro discernimiento, que anima toda nuestra vida, alejando de nosotros todo cinismo, pero sin darnos el lujo de ser ingenuos, y menos todavía, desprevenidos. Dios siempre nos da su gracia –dijo- siempre nos ama, nos fortalece, jamás hará faltar a su Iglesia el consuelo y la gracia que necesita.
La esperanza, la esperanza que no defrauda, ha de mantenerse en nosotros, continuó el Obispo, porque le da renovado sentido a nuestra participación en la Cruz del Señor, en su resurrección, y es como un fuego votivo interior, que nos impulsa a ser testigos vivientes del Amor de los Amores.
Se tuvo a continuación la bendición de los Escapularios, que impusieron a numerosos fieles los sacerdotes presentes, con la bendición del Obispo.
Al término de la misa la concurrencia disfrutó de un concierto del coro de la UTN (Universidad tecnológica nacional, de Zárate-Campana) el cual comenzó con un cántico mariano. Terminado el concierto, la comunidad presente, los sacerdotes y el Obispo concurrieron a un ágape fraterno en los salones pastorales de la iglesia del Carmen.
Por su parte, también la parroquia de Nuestra Señora del Carmen (confiada a los Padres Rogacionistas del Sagrado Corazón) en la ciudad de Campana tuvo sus fiestas patronales, presididas por el R.P. Giovanni Guarino, cura párroco y concelebrada por Mons. Edgardo Galuppo y el Pbro. Nestor Villa. Se repuso la procesión previa a la misa, que fue ocasión de conocer a algunas nuevas familias del barrio, y se concluyó en la iglesia para la eucaristía.
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